Los descendientes (2011), de Alexander Payne, es una gran película.
Está centrada en la misma historia familiar, que fue contada una y mil veces, donde se muere una madre, y un padre no tiene la autoridad suficiente, pero logra ser diferente.
Está llena de detalles y el relato con que se lleva adelante el film, es muy bueno.
Payne muestra un Hawai gris, alejado de los Aloha que se muestran en los folletos turísticos, y cercano a lo humano, a lo cotidiano.
Con toques de humor, hace que este drama sea altamente placentero a los ojos y al diario vivir.
La recomiendo. Muy buenas las actuaciones.
Puntaje 4.
P/d: Señores conductores de líneas de colectivos de larga distancia: es apta para todo público... podrían incorporarla en su selección.
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